lunes, 16 de mayo de 2011

La Antigua Escuela de Medicina

La Antigua Escuela de Medicina
Ubicación
La Antigua Escuela de Medicina está localizada en la bellísima ciudad de México en el centro capitalino exactamente en la calle Brasil 33 esquina con Venezuela, en la plaza de Santo Domingo. Actualmente es el Museo de la Medicina, sede del Centro de Estudios Superiores de Medicina, del Archivo, la Biblioteca de la Historia y la Filosofía de la Medicina.
Historia
Los primeros estudios de Medicina se dieron en la Real y Pontificia Universidad. Al ser está la disuelta por el entonces Vicepresidente don Valentín Gómez Farías, fue fundada la Escuela de Medicina como una institución libre y autónoma.
            La primera sede fue el ex convento de Betlehemitas, ubicado en la Colonia Tacuba. Más tarde, a causa de la pobreza y poca atención del gobierno de Santa Anna, las clases se impartían en los domicilios particulares de los profesores.
            Entre 1836 y 1837, el convento del Espíritu Santo (Actualmente el Casino Español), adoptó a maestros y estudiantes. Desde 1839 hasta 1841, fue el turno de albergar la escuela al Colegio de San Ildefonso; de 1847 a 1851 estuvo en el de San Juan de Letrán; luego pasó al Hospital de San Hipólito hasta que finalmente, en 1854, Don José Urbano Fonseca adquirió el Palacio de la Inquisición en 50 mil pesos de sueldos devengados de los profesores que los dieron con mucho gusto, e instaló ahí la Escuela de Medicina.
            A Don José Urbano se le ocurrió que como la Escuela no tenía patrono, se nombrara como tal a San Lucas, el evangelista que, según la tradición cristiana, había ejercido la profesión de médico. Habló con el presidente de la Academia el ilustre personaje don José Bernardo Couto, solicitándole la escultura, lo cual tiempo más tarde le fue concedido. Se pidió un pedazo de mármol de Carrara y se designo al escultor Manuel Vilar para que hiciera los dibujos, su discípulo Martín Soriano fue quien la esculpo.
Instalaciones
En 1854 y más tarde, en 1870, se hicieron adaptaciones para convertir el virtuoso Palacio en Escuela de Medicina. En 1855, el director manda un oficio en el que se queja del mal estado de las instalaciones. Vale la pena recordar dicho suceso:
“Creo conveniente llamar la atención hacia un punto, sobre el cual no es fácil a primera vista el formar un juicio exacto. Este es el de la extensión y distribución del edificio.”
            Confundido exteriormente con todas las partes que pertenecieron a lo que antiguamente se llamaba Inquisición y ocupado por la Escuela de Medicina, el patio, escalera y corredores principales de esa gran casa, eran considerados como lo único,  se cría que la Escuela tenía cuanto podía necesitar, para sus cátedras y oficinas, sus dormitorios y habitaciones indispensables. Por desgracia sucede todo lo contrario. Desde que la Escuela pasó a ocupar el local que conserva se tropezó con ese inconveniente, el cual se procuró salvar construyendo el anfiteatro sobre la bóveda de la escalera y aprovechando para los dormitorios una parte de los bajos en el estrecho y húmedo segundo patio.
            Lo inadecuado o mejor dicho, lo nocivo de ese lugar, era que se harían acreedores a una severa crítica de la autoridades que obligaron a ocupar esas alcobas, no ya a  jóvenes susceptibles y delicados como por su educación lo son los estudiantes; pero ni aun a los militares y criminales habituados a la intemperie y a vivir en los cuarteles y en las cárceles.
La Escuela de Medicina que más que otra alguna conocía cuánto se relaciona esto con el buen orden higiénico general doméstico, había declinado de todo cargo; la Dirección por su parte había evitado, hasta donde sea posible, el que los alumnos habiten esas especies de burhardillas insanas que llevan el nombre de alcobas.
            Uno de estos jóvenes delicados fue nada menos que el vate Manuel Acuña, quien a mediados de 1871 cambió su domicilio de la celda que habitaba en el ex convento de Santa Brígida al cuarto número 13 de este patio segundo. Allí duró hasta el 6 de diciembre de 1873 en que se bebió cianuro y murió.
Dice don Francisco de la Maza que: “si a los cuatro argumentos sobre el suicidio del joven romántico, expuestos por José Rojas Gacidueñas: amores fallidos; alejamiento de los afectos familiares, desorientación intelectual y moral; pobreza sórdida; añadimos la nociva y antihigiénica vivienda que nos ha pintado el director, comprenderemos mejor su trágica decisión.”
Modificaciones
En 1869 el director de entonces, Doctor Don Francisco Ortega, hizo importantes reformas: Desapareció el internado, transformó la ex capilla en la Academia de Medicina, hizo un gimnasio y un observatorio y, finalmente, construyó un tercer piso.
            Todavía sufrió el edificio otras intervenciones, pero siguió funcionando como Escuela de Medicina hasta que fue trasladada a Ciudad Universitaria.
La Medicina
            La Medicina en México tiene una larga historia que nos remonta hasta la época prehispánica. Con la llegada de los españoles, hubo una fusión de conocimientos y técnicas que sobrevivieron hasta nuestros tiempos, enriquecidos por los nuevos descubrimientos y la práctica de medicina actual.
Museo
            El museo de la Medicina cuenta con una sala de introducción. Una sala de Herbolaria indígena y de los siglos XVI, XVII, XVIII, XIX. Se exponen algunos instrumentos médicos y libros de los más afamados científicos como Don Carlos de Sigüenza y Góngora, Don Juan de Brizuela, Don Juan de Barrios y Don Juan de Gomara.
            Se hace mención también de los más destacados médicos del siglo XX: Ignacio Chávez, Alejandro Celis, Salvador Subirán, Gonzalo Castañeda, Manuel Gea González, Gastón Melo, Manuel Martínez Báez, Ismael Cosío Villegas, Federico Gómez y Raúl Fourinier.
            Cuenta el museo con auditorio y biblioteca histórica y forma parte DEL PATRIMONIO UNIVERSITARIO.